Como no podía ser de otra manera el deporte se ha convertido en el gran protagonista de los medios de comunicación tanto especializados como de interés general, ocupando muchas páginas y tiempo en ellos. Las primeras reseñas deportivas aparecidas en la prensa se limitaban a casos curiosos. Así, la primera revista dedicada al deporte apreció en 1828 en París, bajo el título de Journal des Haras, y el primer diario deportivo los hizo en Inglaterra en 1852: Sportman. Esta idea de incluir información deportiva en la prensa se amplió al mundo radiofónico que empezaron a retransmitir en directo los actos deportivos. Por supuesto, después se uniría la televisión. De forma que deporte y comunicación forman un matrimonio casi perfecto.
Esta fuerte introducción del deporte en los medios provocó una nueva realidad: no había nadie que realmente estuviera especializado en este ámbito. Así, esta sección fue primero cubierta por aquellos que entendían de deporte, e incluso lo practicaban, hasta que finalmente los periodistas decidieron especializarse en ello. Y lo que al principio parecía un rama un tanto despretsigiada pasó a convertirse en un oficio apasionante.
Y, además, en este capítulo Alcoba trata de explicarnos de forma muy resumida cómo las instituciones públicas sometieron el deporte a otros poderes. Empezaron a reorganizar su pureza en clubs y federaciones según sus propios criterios. Así el deporte pasa a tener varias dependencias: la institucional, la privada y la empresarial. Porque ni siquiera el deporte se escapa al poder del dinero, y los poderes públicos, tras descubrir las pasiones y los beneficios que reportaba, decidieron aprovecharse de ello de la mejor manera posible: institucionalizándolo.